"La leyenda del Sol y de la Luna!

Hace remotos años hubo dos imperios que resguardaban al mundo de las tinieblas con sus halos de luz vigilantes y las bediciones de sus Dioses, estos eran el Reino del Sol y el Reino de la Luna, en los cuales gobernaban los sacerdotes y sacerdotisas mas aptos quienes tenian la bendicion de sus dioses, el Dios del sol Helios y la Diosa de la luna Selene, pero entre estos reinos hubo una rivalidad desde principios de tiempo, la cual era ser el imperio gobernador de todo y cuanto territorio en la tierra habría, la cual comenzo primero con leves menospreciaciones tal como: "los del Sol creen que al gobernar de día tienen mas derecho o poder, solo por dominar el fuego" o "Los de la luna creen que al dominar la noche junto con sus aliadas las estrellas pueden ser mas que nosotros, son insoportablemente insensibles", luego con ataques a viva voz por medio de sus sacerdotes en jefe, despues comenzó a colocarse la discucion cada vez mas física y los ataques mas directos declarandose la guerra entre reinos, la cual había durado millones de años de dura y ardua guerra, muerte, persecución, ninguno de los bandos quería aflojar y de ahí, un día inesperado nacieron dos personas de la forma mas humilde que podía haber, sin aviso, sin explicación se encarnaron los Dioses que tanto adoraban aquellos, Helios y Selene.

Estos dos Dioses nacieron en la tierra gracias a su madre, la madre naturaleza, el primero nació en uno de los volcanes mas profundos y potentes, alli se creo junto con el poder del magma ardiente, mientras que la segunda nació en las profundidades del océano diáfano, originandose gracias al agua pura y a la fuerza de sus torrentes, pero fueron rivales desde la cuna puesto que sus reinos se los dictaba así y ellos se debían a su pueblo.

Así que los dos Dioses crecieron en medio de las enseñanzas de los sacerdotes quienes le inculcaban a ser férrimos enemigos con sus oponentes, los cuales nunca habían conocido, sonará extraño pero no querían que sus dioses conocieran a sus oponentes para que así las historias que les contaban tantos y tantos ancianos fueran germinando en sus puros corazones la malevola furia y ansias de muerte, cosa repugnantemente aborrecible el hacer germinar tales sentimientos en las puras almas de aquellos dos jovenes pero lo hacían solamente por sus egoístas razones de dominio...